VENTURA REBOLO SERRANO

  Para todos los que le conocemos siempre le hemos llamado Ventura a este hombre que nació un veintisiete de marzo de mil novecientos treinta.

         Casado con Francisca García Fernández casi tres años más joven que él,  que ha sido su fiel compañera y complemento ideal para traer al mundo una gran familia y ser capaces de convertirlos en hombres y mujeres ejemplares, fiel reflejo de la condición de los padres.

         Desde siempre trabajó Ventura por esos contornos, destacando su puesto como hombre de confianza de los dueños de la finca del Pedregoso. No recordamos haberle conocido trabajando en otro sitio.

         Nunca faltó su honradez y fidelidad a quienes confiaron en él, y por ello siempre fue tratado con toda consideración y cariño por sus jefes  y familia de estos, y se demuestra comprobando cómo a pesar de haber llegado a la jubilación, le permiten que siga ocupando como su vivienda habitual el mismo lugar de siempre en el cortijo del Pedregoso.

         El matrimonio tuvo diez hijos: Ana María, Francisca, María José, Isabel, José, María del Pilar, Pastora, Buenaventura, Luís y Luz María.

         De ellos veinte nietos;  Pedro y Buenaventura Piña Rebolo; Isidoro, María y Pedro Díaz Rebolo; Isaac y María José Barranco Rebolo; Lorena y Gema Ortega Rebolo; Mónica, Pepe y Marcos Rebolo Rondón; Alberto, Manuel y Javier Trujillo Rebolo; Antonio Jiménez Rebolo; Alicia y Pablo Rebolo López, y María y Juan Marín Rebolo.

         Tres bisnietos vienen a completar actualmente la saga; Daniel, Carmen y Buenaventura.

         Una gran familia cuya cabeza, este hombre que traemos hoy aquí, le ha transmitido lo más bonito e importante de la vida, como es la amabilidad, el respeto a todo el mundo, la honradez y el cumplimiento en el trabajo, cosa de lo que puede enorgullecerse al contemplar la condición de cada uno de los que le han seguido.

         Facinas se acostumbró en un tiempo a la figura de Ventura que iba y venía continuamente con motivo de su trabajo. Recuerdo verle montando aquel burro padre que era famoso por estos contornos. Ahora, ya jubilado, le vemos más esporádicamente, y es siempre un placer saludarle y comprobar que mantiene la misma sonrisa y agrado de siempre.

         Todo lo dicho no es más que una mínima parte de los méritos de este hombre para figurar junto con su mujer, como un auténtico personaje de Facinas, y que viva con nosotros muchos años, que hombres como él quedan pocos.